En la cama William era más atractivo si aun cabía esa posibilidad, se desabrocho los botones de la camisa mientras yo lo miraba, su pecho era bello, sus brazos cubiertos de músculos y sus manos eran grandes y fuertes, todo de él me parecía atractivo.
-Mina, dime que piensas.
-Pienso que eres perfecto William.
Se rió y volvió a besarme.
-No soy perfecto Mina, existen hombre mucho más bellos que yo, y que seguramente te hubieran dado una vida mucho más feliz, me siento mal por haber sido tan egoísta y transmitirte esta maldición, te quiero muchísimo y no deseo que sufras lo más mínimo.
-A tu lado jamás sufriré, lo sé William, estoy completamente segura.
-Mina, mi amor quédate siempre conmigo, prométemelo.
No entendía porque me pedía que se lo prometiese, estaba completamente segura que lo haría, no era capaz de concebir mi vida si él.
-Por supuesto.
-Prométemelo, quiero escuchar las palabras de tu boca mi amor, necesito oírlas.
Me senté en la cama de rodillas, lo mire a los ojos, enseguida se bajo de la cama y se puso de rodillas en el suelo junto a la cama.
-William te prometo que siempre estaré a tu lado, nunca te abandonaré, siempre seré tu amor, tu mujer y tu amante.
-Mina, debo hacerte una pregunta.
-Dime.
Me miraba fijamente, pensaba que querría proponerme algo, no sabía el que, pero tal y como estaba la situación le diría sí a todo lo que el me propusiera.
-Dime mi amor, no te quedes en silencio, me tienes intrigada
-Mina, ¿te casarías conmigo?
Me sentí embriagada por el amor, me entro una sensación de calidez inmensa, me recorría el cuerpo un sentimiento tan grande como nunca imagine, al verlo allí arrodillado me sentí la mujer con más suerte del mundo y me sentí poderosa.
-Si mi amor, me casare contigo. Sería un honor para mi ser la señora de William Morryson III.
Me levanto de la cama y me cogió en brazos, me beso con rapidez sin dejarme reaccionar. Me agarre a él aunque no hacía falta, mantenía mi cuerpo en el aire con total seguridad. Nos besamos.
-Mina va a amanecer, debemos dormir, te daré otra lección aunque no las quieras. Los vampiros debemos dormir, nuestro cuerpo está,… digamos muerto. Pero seguimos con vida, debemos descansar como los humanos, cada veinticuatro horas, debemos dormir cinco como mínimo, pero no es solo dormir, a ver, como podría explicártelo…es morir. Nuestro cuerpo debe morir todas las mañanas para seguir siendo no-muertos. Perdemos conciencia de todo y no soñamos nunca, es la muerte en vida, revivimos todas las noches gracias a la magia que nos envuelve. Por eso debemos escoger lugares para descansar que nos garanticen seguridad, pues somos débiles y frágiles cuando dormimos, no podemos permitir que nadie nos interrumpa en los días, no nos podemos fiar de nadie. Excepto de los de nuestra raza. Si algún día por lo que sea no estamos juntos al amanecer…
-Eso no puede pasar, es imposible que yo no esté a tu lado.
-Bueno Mina, nunca se sabe, a lo mejor tengo asuntos pendientes y no llego a tu lado a tiempo, o a lo mejor te distraes con algo y no lo haces tú, nos puede pasar. Lo que debes hacer es ir al campo, a un bosque alejarte de cualquier ciudad y de cualquier peligro, como pueden ser los humanos en ese momento y enterrarte bajo la tierra lo más hondo que puedas, no te preocupes, como habrás notado no te hace falta respirar. O ir a tierra sagrada como un cementerio o a una iglesia y meterte en un mausoleo o una tumba, si estás en una iglesia, lo único que debes hacer es pedirle ayuda al cura, él sabrá lo que debe hacer.
-Espera, ¿a un cura?, ¿no se supone que somos perseguidos por la iglesia?
-No Mina (dijo sonriendo), para nada, casi todas las iglesias nos toman como fieles guerreros, nosotros hemos ayudado a la iglesia durante la historia. La iglesia nos toma como ángeles expulsados del cielo y del infierno. No comparten nuestros ideales, pero nos respetan.
-Lo cual derrumba el mito de las cruces,… también.
-Si. Mina, no somos seres malvados. Somos seres diferentes. Aunque es cierto que existe en nosotros una crueldad interna. Quiero que entiendas muy bien que nosotros, tú y yo, somos seres diferentes del resto de los no-muertos. Y ahora es hora de dormir, no te asustes. Ya te explicare el tema eclesiástico otro día que es largo de contar.
-¿Porque habría de asustarme?
De repente por mi cuerpo se extendía una oscuridad inhumana, me asfixiaba y me hacía daño, era como si algo o alguien me estuviese quitando la vida lentamente, aunque no respiraba era esa la sensación que tenía, no podía respirar, no podía moverme, no podía gritar.
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