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martes, 28 de diciembre de 2010

La historia de Mina


La verdad es que la forma de morir que tienen los vampiros había trastocado mi idea de vampiro = ser mágico, más bien ahora pensaba, vampiro = ser que se puede matar con la naturaleza más primaria por lo tanto no podían ser seres muy bondadosos que digamos. Y para colmo, yo no llegaba ni a ser vampira completamente, estaba completamente segura de que no había soñado con ver el sol. Su luz había rodeado mi piel casi desnuda, solo la tapaba unas toallas. Mis brazos habían sentido el dulce calor del sol. Y según mi amado ya debería estar muerta o ardiendo como mínimo. Y ahí estaba yo con mi nuevo traje (robado) contemplando como William se miraba en el espejo, mientras se arreglaba el pelo. Era tan… era… era la perfección de la palabra perfección. No cabía adjetivo que lo pudiese definir correctamente. Volví a fijar mi mirada en el espejo y me sorprendía verme tan linda, no llevaba nada de maquillaje y mi piel tenía el tono adecuado para las mujeres de la época. Decidí pintarme los labios, aunque no sabía con que iba a hacerlo, no tenía nada, bueno sí en el vestido blanco llevaba algo de maquillaje, había una barra de pintura roja carmesí en uno de los bolsillos.

Me puse al lado de William mientras que él en silencio seguía retocándose el pelo, la camisa y el chaleco. Era un ángel.

Me mire en el espejo y me dispuse a pintarme los labios. William me agarro la mano violentamente y me detuvo en seco. Me dolió el manotazo, y aún agarraba mi muñeca con fuerza. Poco a poco fue quitando fuerza a su impulso.

-Lo siento Mina.

-No… pasa nada.

-Es que pienso que eres realmente bella, no tienes que adornarte. Tu belleza sorprende sin accesorios.

-Gracias.

-¿Y seguro que no quieres llamar la atención de otros hombres? ¿Verdad?

-No yo no deseo tal cosa.

-Pues listo, vamos, pongámonos en marcha, recojamos tus libros, y saludemos a tu criada.

-Se llama Liana y no es una simple criada es mi amiga.

-Bueno pues vamos a ver a tu amiga, y comprobaremos su lealtad hacia ti, haremos que entienda nuestro amor y que decida si puede guardar tu secreto o…

-¿O que?

-Si no nos guarda la confidencia, me pondría en peligro en este pueblo, bueno estaríamos en peligro los dos.

-¿Por qué?

-Porque sí.

Bueno si William lo decía tendría que creerlo, pero o si Liana no me creía ¿William … le borraría la mente?

-¿Le borraras sus recuerdos si no es fiel conmigo?

-Bueno… será mi primera opción pero te advierto que nuestro poder no funciona demasiado bien con las brujas.

-¿Cómo que no?

-Las brujas tienen algo mágico, en su ser, algo parecido a nosotros, y… nuestros poderes no son 100% efectivos en ellas.

-Bueno pero Liana no es bruja.


-Si lo es. Desciende de árabes y africanos. Es una mezcla algo explosiva sin tener en cuenta que también puedo oler las raíces rumanas en su sangre. Bruja, hechicera, tu criada puede ser lo que se proponga, sólo que aún no lo sabe.

-Liana una hechicera. Eso es muy interesante.

-Bueno. Podría serlo, no te digo lo contrario.

Mi amado y yo nos pusimos en marcha. Salimos de la posada. Recorriendo la ciudad me sentía dueña de ella. Sabía que era capaz de someter a los humanos a mi voluntad. Podía hacer lo que quisiese, mi niña traviesa empezaba a aflorar.

Todos los ciudadanos de aquella ciudad me contemplaban atónitos. Como si no me hubiesen visto nunca, y algunos buscaban en mi rostro la cara de alguien conocido con incredulidad. Se sentían fascinados por mi belleza. Pude leer algunos pensamientos que flotaban en el aire. Empecé a sonrojarme escuchando como los hombres me deseaban y las mujeres sentían envidia de mí.

William caminaba erguido, ahora no me parecía tan fornido como la primera vez que lo vi. Yo no desentonaba a su lado.

Llegamos a los alrededores de la finca de mi casa, todas las luces estaban encendidas, había alboroto dentro.

-No te acerques demasiado Mina, primero debemos observar. Hay que entender la situación antes de realizar cualquier acto, pensar andes de actuar.

Empezaba a cansarme de las indicaciones de William, el me trataba como si fuese una alumna, se supone que era su prometida. No era una simple pupila.

Mire a mi casa, como antes no la había mirado. Mis ojos se percataban de detalles sobrehumanos, en el jardín a oscuras podía escuchar el mínimo sonido de los animalitos, escuchaba hasta el caer de las gotas del rocío de las hojas de las plantas. Incluso escuchaba si me concentraba en ellos el andar de las hormigas. Me resultaba muy divertido.


Ya contemplando mejor mi casa, un caserío bastante grande, (para muchos era como una mansión), tenía una entrada con una gran puerta de madera oscura a la que se accedía mediante una gran escalera de mármol. La casa tenía tres plantas. En la primera estaban el salón, la cocina, varias salas de recreo, varios cuartos de aseo y la habitación donde dormía la familia de Liana, ella y sus padres. Arriba estaban la gran biblioteca familiar y las habitaciones de mis hermanos y de mis padres. Como yo era la más pequeña de la familia, mi habitación era la que se encontraba en la buhardilla, me tenía que conformar.

En el salón se encontraban mis padres y algunos de mis hermanos. Mi madre estaba sentada en el sofá con un rosario entre sus dedos. Lloraba desconsoladamente. Por un momento no sabía porque. El porque era muy sencillo. Su hija menor la que más quebraderos de cabeza le había dado, llevaba dos días desaparecida. Me invadió una emoción enorme de tristeza mezclada con culpabilidad. Para los ojos de mis padres yo sólo tenía 19 años y era una niña, su niña pequeña. Y ahora su hija estaba en peligro. Tenia y debía hacerle saber, no solo a Liana, sino a todos los que me querían, a todos por los que no me sentía comprendida, pero que tanto me querían y tan mal lo estaban pasando, que estaba bien, que estaba mejor que nunca, que había conseguido encontrar al amor de mi vida, que me iría bien. Decidí entrar en la casa. Y me dispuse a hacerlo.

-No Mina. No.

-William, mi amor debo hacerlo, quiero hacerlo, lo haré sola si tu no me acompañas.

-¿Y que les vas a decir?

-Pues la verdad.

-¿La verdad? Mina ¿te has vuelto loca?

-La verdad, omitiendo cosas Will.

-¿Cómo me has llamado?

-William.

-No has dicho Will. Me gusta ese nombre. Denota que ya tienes más confianza conmigo.

-Bueno Will, voy a entrar, no puedo hacer sufrir ni un momento más a mi madre.

-Vamos mi amada. Digamos la verdad.

Corrí escaleras arriba, con destreza y agilidad inhumanas. Abrí la puerta y empecé a gritar. Madre, padre…

Mi madre levantó su cabeza rápidamente con lágrimas en los ojos.

-Mina ¡Dios Santísimo! Estas aquí.

-Si madre. Lo siento.

-Mina, mi niña. Mi vida. (Y me abrazó calidamente)

-Madre lo siento muchísimo.

Mi padre se unió al abrazo, y dos segundos después lo hicieron mis hermanos.

-¿Dónde esta Liana, madre?

- En su habitación, no sale de ella, no ha comido en dos días.

Corrí hacia la habitación de Liana. Mientras corría el olor típico de mi casa me gustaba, lo había echado de menos, no sabía que un olor se podía echar de menos. Pegue en la puerta.

- ¿Si?

-Liana.

-¿Mina?

-Si, abre corre, tengo que verte, te he echado de menos muchísimo, Liana tengo tantas cosas que contarte.

-Lo se. Mina.

-Abre quiero abrazarte.

Y abrió la puerta pero su reacción no fue abrazarme sino que parecía estar a la defensiva.

-Mina ¿te encuentras bien? ¿Qué es lo que te han hecho?, Dios mío ¿Por qué te has dejado hacer eso? Prefería verte muerta que en este estado.

-Pero Liana, ¿Qué dices? No me creo tus palabras.

-Mina, no le digas nada a tus padres de lo que te ha sucedido, Dios mío puedo oler tu naturaleza a kilómetros.

-Muy bien, así me ahorro explicarte lo más desagradable.

-Mina supongo que lo que te ha sucedido hasta ahora no es lo más desagradable que te aguarda.

Desde el salón se escuchaban voces. Y a mi padre parecía que le iba a dar un infarto.

-Vamos con todos Liana, más tarde si quieres te cuento.

-Madre, padre. Quiero presentaros a mi prometido, él es la razón por la que me he ausentado estos dos días. Veréis que es compresible, nuestro amor es tan profundo y sincero. Os encantará.

Mire la entrada de mi casa, pero no había nadie. Ande hasta la puerta y me asomé para sorprenderme. En la puerta no estaba William. No había nadie.

-¡William!

Y el silencio fue mi respuesta.

Volví dentro con mis padres, y Liana.

-Mina ¿dónde está? Pregunto mi madre.

-No… no… no lo sé madre. Venia detrás de mí. No entiendo.

-Mina ¡otra vez fantaseando! Esto no es un libro, (mi padre empezaba a elevar el tono de su voz hasta llegar a gritar) Esto es la realidad, ¡por poco matas a tu madre de pena!

-Lo siento padre.

-¿Quién te has creído que eres para desaparecer?

-Lo siento, no lo pensé muy bien.

-No eres nadie Mina, nos has faltado el respeto, no saldrás de tu cuarto en meses, y no veras a Liana. No vas hacer nada, y nunca más volverás a leer. ¡Son los libros los que te han llenado la cabeza de estupideces!

-Padre no llevas razón, discúlpame si no he sido todo lo correcta que una hija debe ser. He conocido a un hombre, a un buen hombre.

-¿Tiene dinero y tierras? Pregunto mi hermana.

-Sí. William Morryson III. Ese es su nombre. Nos prometimos ayer.

-Mina dime una cosa. No es lo lógico que ese tal William estuviera aquí contigo, acompañándote y dando las pertinentes explicaciones. (dijo Liana)

-Bueno es un poco reservado.

-Liana para, no puede entrar en razón creo que mi niña se ha vuelto loca, tiene mala cara, está demasiado blanca. Es mejor que dejemos que se retire a su dormitorio. (dijo mi madre)

-¡No!

-No de eso nada, no puede desaparecer tanto tiempo e ir a descansar, como tu padre te ordeno que me digas la verdad. No inventes cosas.

-William… es la verdad, es mi prometido. Y nos vamos a casar.

Ese era el momento para que William entrase por la puerta como un caballero, pero no aparecía, me había dejado sol, explicándole lo inexplicable a mi familia. Y lo peor era que mi familia me quería retener en mi casa, sin verle a él. No podía contemplar esa idea, tenia que salir a buscarle. A lo mejor le había pasado algo malo. Quizás se había vuelto a recoger algunos presentes para mi familia, pero ¿Por qué tardaba tanto?

-Mina, como tu padre, te ordeno que te retires a tu habitación, te quites ese vestido, y no me repliques.

-No.

-¿Cómo?

-Que no. Debo buscar a William. Seguro que le ha pasado algo.

-¿Cómo es William?, pregunto mi hermana.

-Es un caballero, como los que ya no quedan. Es espectacular, Os va a encantar. Igual que yo me enamorado de él. Vosotros lo haréis.

-¡Ya! Pero Mina querida, para eso no tendríamos que conocerle. Y no es el caso, porque tu hombre parece ser el hombre invisible.

De repente lo comprendí, William no quería ser visto por mi familia, no quería que mi familia le acusara de matarme y convertirme en un ser sobrenatural.

-Madre, quiero que me comprendas, he de marcharme.

-Hija, no te entiendo. No vas a ir a ninguna parte, es tarde, mañana saldrás a buscar a ese caballero, preguntaremos en el pueblo, todos te ayudaremos, no te preocupes.

-Lo siento.

Abandone la casa, lo hice velozmente, nadie pudo alcanzarme. Andaba muy deprisa. Empecé a llorar. ¿Porqué William no había se había presentado a mi familia? No entendía nada, no quería que le culpasen. Nadie iba a saber nada, solo Liana, ella me dijo que sabía lo que era, y que me esperaban cosas desagradables.

Tenía hambre, y estaba sola, andando por las afueras del pueblo, quería comer. Para alimentarme tenía que hipnotizar a un humano y beber un poco de sangre. Ese era mi único sustento.

Contemple dos chicos jóvenes de diecisiete o dieciocho años, jugaban junto al rió, los observe como William me explico, parecían ser inofensivos, no había nadie alrededor, Salí de entre unos árboles y me deje ver.


-Hola.

-Hola, chica.

-Chica, ¿no hablas?, ¿te pasa algo?, ¿te has perdido?, es tarde para que vayas tu sola por ahí.

-No me he perdido, os buscaba a vosotros. A decir verdad, solo te buscaba a ti.

Señale al más fornido de los dos.

-¿Ah, si?

-Sí. Puedes ayudarme.

Los chicos se miraron y rieron.

-Pues claro, ¿que quieres?

-Ven, tienes que venir.

El chico se acerco a mí.

-Demos un paseo.

Me lleve al chico lo más lejos del otro que pude sin darle ninguna explicación. El chico creía que yo era una desvalida chica perdida. Y que era muy guapa, pensaba besarme cuando yo menos lo esperase.

Me introduje dentro de su mente, como lo había hecho con la chica de la noche anterior.

El chico era un poco simple, solo pensaba en complacer todos los deseos de su padre y ser el mejor labrador del pueblo, era de familia humilde, se dedicaban al campo, el amigo que le acompañaba lo conocía desde siempre, era un vecino, pensaba darle envidia porque yo lo había elegido a él. Le ordene que se estuviera quieto. Me obedeció.

Mordí la carne de su mano, y succione la sangre que afloraba, estaba suculenta, su sabor era a metal combinado con fruta y un toque de especias. No podía parar de beber estaba en éxtasis.

-Mina, para. Lo mataras si sigues.

Deje al muchacho casi inconsciente, me incorpore y mire a William detrás de mí.

-William, ¿Dónde estabas mi amor?

-Estaba mirando como actúas, después de ver tu lealtad hacia mi, se en lo más profundo de mi ser que tu eres mi compañera, no te ha importado dejar tu familia por mi. Te amo.

-Will,… ayúdame. No puedo estar sin ti. Me sentí morir cuando pensé que no te tenia a mi lado, creía que te había pasado algo, no pensaba que me estabas poniendo a prueba.

-Lo siento mi amada, pero lo tenía que hacer.

-Te entiendo.

Sin más no le di importancia a que no me acompañase, a ver a mi familia. De todas formas ellos no entendían nada de mi ser. No entendían que quisiera ser libre, aun siendo mujer en el tiempo que corría. No entendía que quisiera aprender de todo lo posible. Decían que era feo que una mujer supiera más que su futuro marido. Esperaba que William si me entendiese.

-¡Eh! Muchacho.

-Te has caído y cortado en la mano, corre con tu amigo y cuéntale que la chica era un ángel que te ha aconsejado, trabajar y estudiar para ayudar a tu familia, y es lo que los dos haréis, ¿me has entendido?
El muchacho asintió, y yo me sentí muy orgullosa del hombre que era mi futuro marido.


Nos encontrábamos en la ciudad. La gente sentía envidia de la perfecta pareja que formábamos.

-William ¿has comido?

-Si Mina, no te preocupes por mí, ya mismo amanecerá, tenemos que marcharnos.

En la habitación de la posada William me beso y luego me empujo hacia la cama. Yo lo miraba como jamás había mirado a nadie, me gustaba todo de él. Había ayudado al chico del que me había alimentado. Era el ser más bueno que había conocido jamás. Todo el mal recuerdo del carmín y mi familia había desaparecido. Lo había compensado con creces, lo amaba tanto. Deseaba que volviese a besarme y lo agarre con fuerza, acercándolo a mi.

-Mina, recuerda, tienes más fuerza que yo, no me hagas daño. Todavía no podemos dejarnos llevar por tanta pasión, tienes que controlarte.

-Lo siento Will.

Nos volvimos dos en uno cuando nuestros labios se encontraron. Notaba todo su cálido cuerpo en mí. Nos metimos en la cama besándonos y amándonos, aun quedaban un par de horas hasta el amanecer…

Como un pájaro sin libertad esta mi alma sin ti, reúnete conmigo, despliega tus alas en mi, solo tu eres mi destino.

domingo, 14 de marzo de 2010

La historia de Mina

Me desperté de nuevo de un sobresalto, esta vez si tome aire, era cierto que aquello era magia, William seguía durmiendo o muerto más bien, porque no se movía ni un ápice.

Me puse en pie y mire hacia el exterior por la ventana estaba atardeciendo, había sol todavía y me agache de manera automática. Pero no me había hecho daño y ya lo había mirado. Me puse en pie lentamente y con miedo, me asome un poco por la cornisa y el sol me apunto en los ojos, no me quemaba, no me hacía daño, no entendía nada y empezaba a preocuparme, ¿habría algo mal en mí? William todavía estaba durmiendo y yo no, además yo podía ver el sol. No era una vampiresa normal. Empecé a estar muy intranquila, me invadía un desasosiego enorme, estaba muy nerviosa, no paraba de andar en círculos por la habitación. Parecía un tigre enjaulado. Habían transcurrido horas o siglos, de lo lento que me pasaba el tiempo. Pensé en acostarme de nuevo, pero no quería. Tenía miedo. Pasaron un par de horas. Yo seguía sola. William seguía sin moverse. Decidí bajar a recepción a preguntar. ¿Pero que iba a preguntar? “hola, alguien sabe por que mi prometido, que es un vampiro, ¿no se despierta? O ¿alguien me puede decir cuanto tiempo duerme un vampiro de doscientos años? ¡Era absurdo!

-Mina ¿Qué haces?

-Por el amor de Dios, William (grite), dios mío, gracias a Dios. Mi amor.

-¿Qué ha pasado?, ¿Ha venido alguien?, ¿Qué te sucede?, ¿Por qué lloras?

-William, llevo despierta horas, he visto el atardecer y el sol me ha tocado la piel, no he muerto, y tú no despertabas, estaba sola, asustada, confundida y tú no despertabas.

-Se me olvido decirte que estoy un poco débil.

-¡Un poco débil! (volví a gritar)

-No grites mi amor, no suelo montar escándalos y lo van a tomar como que pasa algo malo. Si, estoy un poco débil, porque perdí sangre cuando te transforme, cada vez que pasa eso, nuestro cuerpo necesita dormir más y somos un poco más frágiles, pero no es para tanto, pobre dulce Mina, preocupándote por mí. Siento haberte asustado.

-Mi William, deberías de habérmelo dicho, no lo hubiese pasado tan mal.

-Lo siento mi amor.

-No te preocupes y perdóname tú a mí, por ponerme así. Parezco una niña pequeña consentida.

William comenzó a vestirse. Y yo hice lo mismo, me saque las toallas que envolvían mi cuerpo y me puse mi vestido nuevo.

-Estás preciosa mi dulce Mina.

-Muchas gracias. William ¿dónde vamos?

-¿Dónde te apetece ir mi amor?

-No sé, donde tu quieras.

Deseaba contarle a Liana lo que me había pasado. Pero me daba vergüenza confesárselo a William.

-¿No deseas recoger tus pertenencias? Apuesto a que quieres tener tus libros contigo. Además estoy seguro de que quieres ver a tu familia y sobre todo a Liana, esa criada tuya con la que tanto de hablabas de brujería.

-¿Cómo sabes eso?

-Ya te dije que teníamos poderes.

De pronto me asuste porque pensé que William era capaz de leerme la mente, y me avergoncé de que descubriera los ardientes pensamientos que tenia en la cabeza de él. Antes de equivocarme, preferí hacerme la ingenua y preguntar. Un truco que no fallaba nunca cuando querías información sobre algo peliagudo.

-Ah, poderes claro. ¿Qué clases de poderes?

-No te hagas la tonta conmigo, Mina. Seguro que ya los has descubierto.

-No. Te aseguro que no he descubierto ningún poder en mí.

-Pues los descubrirás esta noche, al menos alguno de ellos. Otros tendrás que descubrirlos por ti sola, cada vampiro tiene un don especial y tu debes tener el tuyo. Cuando te espiaba, agudizaba mi oído para poder escuchar tus conversaciones.

Era como si me hubiesen quietado quinientos kilos de encima, no podía leer la mente, sólo podía escucharlo ¡todo! Mis conversaciones más íntimas con Liana quedaban al descubierto, y mis absurdas discusiones con mi madre, hasta los secretos que le confesaba a Liana los debía de saber. Aquello era menos malo que William hubiese andado por mi mente, pero que pudiera escuchar hasta el más ínfimo sonido también me parecía inquietante.

-¿Ese es tu poder especial?

-No. Mi poder… ya lo descubrirás. No te preocupes, ahora te llevare a tu antiguo hogar y tendrás que obedecerme.

-¡William! (volví a gritar)

-Mina…

-Si, si, que no grite, se me ha olvidado decirte un detalle tremendamente importante.

Recapitule el tiempo que llevaba despierta y recordé el sol, los tenues rayos de sol rozaron mi piel y no me había hecho ningún daño. Pensándolo mejor antes de preguntarle nada a mi William, debería comprobar si era normal, o si por el contrario, algo en mi transformación había ido mal y yo no era una vampira normal.

Me quite de la cabeza la posibilidad de ser un engendro de la naturaleza. Yo debía ser normal, el hecho de que el sol no afectase sería porque aquello también era una leyenda. Como lo de las cruces, los espejos, etc.


-Siendo vampiro, el sol…

-¿Qué sucede? ¿Te has hecho daño? ¿Acaso te has levantado antes de que oscureciera? Eso no es posible, menos para un vampiro tan joven como tú.

Al escuchar su reacción decidí tomar el silencio por respuesta. Era cierto que yo era un engendro.

-Mina, si por casualidad te despertaras y no hubiese oscurecido del todo, debes quedarte en las sombras. Sólo hay tres cosas que puedan acabar con nuestra vida, las quemaduras del endiablado sol, el fuego, y la madera.

-Aire, agua, tierra, Fuego.

-No son los cuatro elementos, no divagues por esos senderos, los elementos primarios del ecosistema no nos hacen daño, ya te dije que no somos seres diabólicos, somos seres diferentes, sólo que nuestros instintos están más a flor de piel. Podemos tocar el fuego como lo hace un humano, podemos respirar, pero no nos es necesario, oxigenar el cuerpo es conveniente cuando un vampiro tiene longeva edad. La madera no es el elemento más básico de la tierra. Y agua podemos beber, nuestro cuerpo la acepta, y con mucho agradecimiento, tu alma, aunque distinta de cuando eras humana, sigue habitando en un cuerpo humano. Tu cuerpo es 70% agua por lo tanto el agua es necesaria.

-¿Tanto como la sangre?

-Uff… demasiadas cuestiones y es tan temprano.

Me reí. Eran como las ocho de la tarde, si esa frase me la hubiera escuchado mi madre, seguro que me hubiese llevado una buena regañina.

-William, no te preocupes. ¿No es cierto que nos queda la eternidad juntos?

-Si. Eso espero con todas mis fuerzas.

-Pues hay tiempo de sobra para que me lo expliques detalladamente.

lunes, 1 de marzo de 2010

La historia de Mina

En la cama William era más atractivo si aun cabía esa posibilidad, se desabrocho los botones de la camisa mientras yo lo miraba, su pecho era bello, sus brazos cubiertos de músculos y sus manos eran grandes y fuertes, todo de él me parecía atractivo.

-Mina, dime que piensas.
-Pienso que eres perfecto William.

Se rió y volvió a besarme.

-No soy perfecto Mina, existen hombre mucho más bellos que yo, y que seguramente te hubieran dado una vida mucho más feliz, me siento mal por haber sido tan egoísta y transmitirte esta maldición, te quiero muchísimo y no deseo que sufras lo más mínimo.
-A tu lado jamás sufriré, lo sé William, estoy completamente segura.
-Mina, mi amor quédate siempre conmigo, prométemelo.

No entendía porque me pedía que se lo prometiese, estaba completamente segura que lo haría, no era capaz de concebir mi vida si él.

-Por supuesto.
-Prométemelo, quiero escuchar las palabras de tu boca mi amor, necesito oírlas.

Me senté en la cama de rodillas, lo mire a los ojos, enseguida se bajo de la cama y se puso de rodillas en el suelo junto a la cama.

-William te prometo que siempre estaré a tu lado, nunca te abandonaré, siempre seré tu amor, tu mujer y tu amante.
-Mina, debo hacerte una pregunta.
-Dime.
Me miraba fijamente, pensaba que querría proponerme algo, no sabía el que, pero tal y como estaba la situación le diría sí a todo lo que el me propusiera.

-Dime mi amor, no te quedes en silencio, me tienes intrigada

-Mina, ¿te casarías conmigo?

Me sentí embriagada por el amor, me entro una sensación de calidez inmensa, me recorría el cuerpo un sentimiento tan grande como nunca imagine, al verlo allí arrodillado me sentí la mujer con más suerte del mundo y me sentí poderosa.

-Si mi amor, me casare contigo. Sería un honor para mi ser la señora de William Morryson III.

Me levanto de la cama y me cogió en brazos, me beso con rapidez sin dejarme reaccionar. Me agarre a él aunque no hacía falta, mantenía mi cuerpo en el aire con total seguridad. Nos besamos.

-Mina va a amanecer, debemos dormir, te daré otra lección aunque no las quieras. Los vampiros debemos dormir, nuestro cuerpo está,… digamos muerto. Pero seguimos con vida, debemos descansar como los humanos, cada veinticuatro horas, debemos dormir cinco como mínimo, pero no es solo dormir, a ver, como podría explicártelo…es morir. Nuestro cuerpo debe morir todas las mañanas para seguir siendo no-muertos. Perdemos conciencia de todo y no soñamos nunca, es la muerte en vida, revivimos todas las noches gracias a la magia que nos envuelve. Por eso debemos escoger lugares para descansar que nos garanticen seguridad, pues somos débiles y frágiles cuando dormimos, no podemos permitir que nadie nos interrumpa en los días, no nos podemos fiar de nadie. Excepto de los de nuestra raza. Si algún día por lo que sea no estamos juntos al amanecer…

-Eso no puede pasar, es imposible que yo no esté a tu lado.

-Bueno Mina, nunca se sabe, a lo mejor tengo asuntos pendientes y no llego a tu lado a tiempo, o a lo mejor te distraes con algo y no lo haces tú, nos puede pasar. Lo que debes hacer es ir al campo, a un bosque alejarte de cualquier ciudad y de cualquier peligro, como pueden ser los humanos en ese momento y enterrarte bajo la tierra lo más hondo que puedas, no te preocupes, como habrás notado no te hace falta respirar. O ir a tierra sagrada como un cementerio o a una iglesia y meterte en un mausoleo o una tumba, si estás en una iglesia, lo único que debes hacer es pedirle ayuda al cura, él sabrá lo que debe hacer.

-Espera, ¿a un cura?, ¿no se supone que somos perseguidos por la iglesia?

-No Mina (dijo sonriendo), para nada, casi todas las iglesias nos toman como fieles guerreros, nosotros hemos ayudado a la iglesia durante la historia. La iglesia nos toma como ángeles expulsados del cielo y del infierno. No comparten nuestros ideales, pero nos respetan.

-Lo cual derrumba el mito de las cruces,… también.

-Si. Mina, no somos seres malvados. Somos seres diferentes. Aunque es cierto que existe en nosotros una crueldad interna. Quiero que entiendas muy bien que nosotros, tú y yo, somos seres diferentes del resto de los no-muertos. Y ahora es hora de dormir, no te asustes. Ya te explicare el tema eclesiástico otro día que es largo de contar.

-¿Porque habría de asustarme?

De repente por mi cuerpo se extendía una oscuridad inhumana, me asfixiaba y me hacía daño, era como si algo o alguien me estuviese quitando la vida lentamente, aunque no respiraba era esa la sensación que tenía, no podía respirar, no podía moverme, no podía gritar.

sábado, 20 de febrero de 2010

La historia de Mina


Después de coger, o mejor dicho robar aquel maravilloso vestido...

-Marchémonos, hay una posada al final de la calle donde me estoy hospedando. (dijo William)

....

Ya en la habitación de William, pude ver como vivía él. Era muy ordenado. Todo estaba limpio. Le gustaba el arte, tenia cuadros en las paredes, que seguro no pertenecían a aquel caserío, tenía muchas lienzos sobre la cama y en el escritorio, me acerque hasta éste y vi que los bocetos que había dibujado eran de una chica, ¡era yo!. Había cientos de ellos. Me había dibujado en mi ventana, en el lago, en la calle, me había dibujado en la biblioteca de mi casa,…

Me volví hacia William, le mire a los ojos, el se había tumbado en la cama, estaba de lo más arrebatador, era muy sexy. Su boca era muy provocativa, estaba sonriéndome.

Aquel gesto me cautivo, yo en su lugar estaría avergonzada, pero parecía que a él le encantaba que hubiese descubierto aquello. Se enorgullecía de la obsesión que tenía conmigo y se jactaba de ello.

Se levanto y me acaricio el hombro, me miro a los ojos, empezó a olerme y a tocarme la espalda, sus instintos animales estaban floreciendo, seguí su mirada con la mía, me ardía el estómago, parecía que tenía una orquesta en mi interior.

William era perfecto, su rostro era el de un Dios, su piel era de una tez blanca, era como si estuviese esculpido en mármol, tenía una pequeña cicatriz que le atravesaba la ceja izquierda y se la dividía en dos partes. Hasta esa pequeña imperfección hacia que su rostro fuese más interesante, más morboso, más sugerente, cada gesto era provocador. Arqueo sus cejas percatándose de que le estaba contemplando. Era consciente de que yo lo deseaba. Me apretó contra él y en un instante todo su cuerpo estaba en contacto con el mío. De repente vi el espejo del cuarto, aparecíamos los dos, eso también aplastaba de un golpe que los vampiros no se reflejaban. El estaba arrebatador muy bien vestido, su pose era la de un caballero, su espalda era ancha, sus brazos fuertes. Y yo a su lado parecía un fantasma sacado de un cuento de Edgar Allan Poe, estaba completamente cubierta de barro, había tierra seca en mi cabeza, mi cabello parecía un manojo de nudos. El vestido blanco que me había puesto para el baile, ahora era de un color marrón extraño, era un adefesio por completo y lo peor: a William se lo tenía que parecer. Tuve la urgente necesidad de asearme, vestirme y maquillarme, no me podía consentir que mi Dios tuviese esa imagen de mí.

-¿Dónde está el baño?
-Es esa puerta, ¿quieres que te acompañe?

No le conteste. Entre en el baño y me desnude, me contemple en el espejo, era verdad que era mucho más guapa, hasta mi pelo era más bonito aunque estaba cubierto de barro y tierra. Fue lo primero que lave, cuando ya reconocía mi melena como mía, cogí agua del recipiente de aseo y empecé a asearme. De repente y sin previo aviso, William entro en el baño, cogió una toalla la humedeció y empezó a frotarme la espalda. Sus manos me tocaban la espalda desnuda y me estremecía con su tacto, necesitaba besarlo ya, cuando iba a girarme, recordé que estaba desnuda y me lo pensé dos veces, seguí aseándome y tapándome como podía con las toallas. Por aquella época darse un baño se trataba de enjabonarse el cuerpo con una toalla y enjuagárselo con otra, después secarse.

William seguía frotándome la espalda con delicadeza y cariño. Cuando estuvo limpia cogió una toalla grande y me envolvió en ella. Me giro y me puso frente a él. Empezamos a besarnos, me volví loca de pasión, lo agarre fuerte contra mi.

-Ey, Mina, ten en cuenta que eres una vampiresa muy joven, tienes mucha fuerza y no la controlas bien.

Me sentía abrumada por todas las lecciones que me estaba dando, lo necesitaba a él, pero en este momento no quería que hablase.

-¡Para de darme lecciones!

Me tomo en brazos, como si yo fuera una hoja de papiro, sin el más mínimo esfuerzo, salimos del cuarto de baño y me tumbo en la cama. Nos besamos durante lo que me pareció un segundo. Éramos dos amantes dejándonos llevar por el dulce delirio del amor y la pasión…

“Pasión. Está dentro de todos nosotros. Durmiendo, esperando, y aún sin desearlo, sin pedirlo, se desata, abre sus fauces, y aúlla. Nos habla, nos guía. La pasión nos gobierna a todos, y nosotros obedecemos ¿Qué remedio nos queda?”

martes, 19 de enero de 2010

La historia de Mina

Mi estómago seguía doliéndome, y ya no era capaz de escuchar a William con la misma atención. Sentía que el hambre me devoraba por dentro y tenía la sensación de que me quemaba la garganta de lo seca que la tenía. Seguíamos en el lago de las afueras de la ciudad. Aún seguía pensando en el momento de debajo del puente, aquel calido beso y aquel mordisco en mi cuello,… la sensualidad de este acto despertaba deseos provocadores en mi. Deseaba morder a William igual que el me había hecho a mi, decidí quitarme esas imágenes de la cabeza y pensar en mi estomago rugiente. Y en lo que debía hacer para satisfacer mi hambre.
-William, tengo hambre, mucha hambre.

Comencé a llorar. Y William se abrazó a mí. Su abrazo me transmitió serenidad, y consuelo, era como si su cuerpo formase parte de mi, éramos dos seres, pero me sentía como si fuésemos uno sólo. Un todo, este momento era mi todo. Era el momento más feliz de mi vida, abrazarle significaba que era mío, que me partencia, que estaría conmigo para siempre, y que esa sensación permanecería con nosotros. Captaba sus sentimientos, el me amaba, tenia miedo por esta noche, sentía mucho placer al tocarme.

-Mina, es hora de que te alimentes y de que te vistas de una forma apropiada a tu estatus.
No quería que dejase de abrazarme, pero mi hambre superaba el sentimiento.
Nos pusimos en marcha, andamos en dirección a la ciudad.

Observamos a una muchedumbre jalear y festear algún acontecimiento. William me explico que era muy importante contemplar la situación antes de atacar, teníamos que evaluar la zona, nos encontrábamos en los límites de la ciudad, estábamos detrás de un puente que separaba el bosque de la ciudad.

Había una pareja de jóvenes que se separó de la multitud para darse arrumacos y besarse. William me dijo que ella seria mi primera comida. Él se encargaría del chico, yo solo tenía que hablar con la chica e intentar dominarla mentalmente para que ella me dejase morderla. Nos pusimos a ello.

En un segundo vi como William separaba a la pareja y golpeaba al chico para dejarlo inconciente. Ella nos miraba con miedo. Y dijo que no llevaba dinero ni joyas.

-Ahora háblale, dile que no hay porque preocuparse que confié en ti, que no tema.

Me sentía ridícula diciéndole esas frases a la muchacha, no la conocía de nada.
-¿Cómo te llamas?
-Maria.
-Maria no te preocupes, no pasa nada.

Sentí mi mente ejerciendo un control sobre ella, podía dirigir sus pensamientos, estaba dentro de su mente, podía hacerla andar, agacharse, podía hacerla decir lo que yo pensaba sin necesidad de darle una orden, sólo con mi mente. Era fantástico, ese poder me embriagaba. Le ordene que se quedara quieta, que solo tenia que respirar. Así lo hizo, y me acerque a ella. Mire a William.

-Ves Mina, es muy fácil. Ahora debes morderla, rompe un poco su piel y succiona su sangre.

Con la chica en mis brazos mire su cuello, su arteria carótida golpeaba el flujo de su sangre contra la piel, y podía ver como la vena se hinchaba. Una fuerza oscura se apodero de mi, codiciaba su sangre como lo mas sagrado de este mundo, de repente en mi boca mis dientes comenzaron a moverse, mis colmillos crecían los note con la lengua, eran desmedidamente grandes, y afilados.
Mordí a la chica en el cuello, escuche como se rompía su piel, y empezaba a brotar sangre de la herida. Bebí aquel líquido, imaginando que iba a tener un sabor asqueroso, pero era todo lo contrario era dulce, viscoso y muy sabroso, ¡sabia a gloria! Me gustaba el sabor, la textura y el aroma. Era tan suculento el sabor que quería bebérmela entera.

-Mina para.

Escuchaba a William pero mis instintos me decían que continuase.

-Mina, ¡Te ordeno que pares!

Y de repente pare, sin saber porque.

-Mi dulce Mina eres muy joven e inexperta. Con lo que has bebido debes estar saciada por lo menos una semana. Ahora miara a la chica, introdúcete de nuevo en su cabeza y borra sus recuerdos de esta noche. Bórrale la memoria para que no nos recuerde.

Volví a mirar a la chica, estaba en su cabeza pude ver sus recuerdos de una forma transparente y solo tuve que quitarle un pedacito de memoria, puse en su lugar el ataque de un lobo que se había escapado del bosque.

-Muy bien, ¿Qué le has puesto en su lugar?
-Un lobo atacándolos.
-Excelente Mina. Ahora marchémonos. Tenemos que conseguirte ropa.

Paseamos por la ciudad, cogidos de la mano, yo estaba manchada de tierra y sangre, gracias a Dios que no había mucha gente por las calles y los que había solo eran vagabundos y borrachos. Nos paramos frente a un escaparate con ropa de mujer, era la tienda más cara de la ciudad. Mi madre siempre me llevaba allí para comprarnos a mí y a mis hermanas modelitos para las fiestas. William rompió el cristal de la puerta y entramos. Había un vestido de terciopelo negro y morado que yo siempre había querido tener, pero mi madre siempre decía que era demasiado tétrico.
-William quiero este.
-Pues cógelo mi bella dama.

Lo cogí, y lo acaricié.

-Marchémonos, hay una posada al final de la calle donde me estoy hospedando.

sábado, 16 de enero de 2010

La historia de Mina

Me desperté de un sobresalto, en un primer momento no recordaba nada, poco a poco me vinieron recuerdos a mi mente,… William, besándome bajo el puente,…. Mordiéndome en el cuello, aquel dolor,….

Comencé a moverme y no podía, sentía un gran peso sobre mi cuerpo, intente abrir los ojos pero tampoco podía, abrí la boca y una sustancia se me introdujo en el interior, sabia mal, eran como migas de algo, estaba húmeda y… ¡era tierra!. No entendía nada, me estaba asustando, cada momento que pasaba sentía más temor, pero mi pulso no me acompañaba, no escuchaba ni mi corazón ni… ¡oh dios no estaba respirando!

Intente moverme con todas mis fuerzas, empecé a excavar en la tierra, hasta que mi mano consiguió salir de la tierra y note el frió aire, seguí a mi mano con todo mi cuerpo, hasta que por fin conseguí salir de la tierra, abrí los ojos y me retire restos de tierra de mi cara, veía todo borroso, estaba como en una especie de bosque o descampado, ¿Qué hacia allí? ¿Por qué estaba enterrada si tenía vida?

-Buenas noches Mina, veo que has conseguido salir de tu tumba.

Era William el que me hablaba, estaba de pie junto a mí, yo estaba sentada en el suelo, cubierta de tierra. De repente todos los recuerdos de la noche vinieron a mi cabeza, William me pregunto si quería estar con el, vivir para siempre y descubrir el futuro. Y yo le dije que sí.
-¿Qué me has hecho, William?, ¿Por qué a mi?, ¿Qué me pasa?, ¿Por qué no respiro?
-Tranquila mi dulce Mina, son demasiadas preguntas, dime una cosa, ¿te sientes diferente?
-No lo sé, estoy mareada. Tengo sed y hambre.
-Eso es bueno.

Me ofreció su mano, para ayudarme a levantar y yo la acepte. Me puse en pie y observé que William me miraba con curiosidad. Nos pusimos a andar. Me di cuenta de que estábamos en el cementerio.

-¿Por qué estamos en un cementerio?

William sonrió y me agarro por la cintura. Me sentí estremecer con ese gesto, deseaba que nunca parase de tocarme. Sin esfuerzo alguno, me levanto en brazos y me cogió en sus brazos. Empezó a correr a una velocidad inhumana. Sentía el viento gélido en mi rostro pero no sentía frío. Par al cabo de unos minutos. Y de repente nos encontrábamos en las afueras de mi ciudad, seguíamos en el bosque, estábamos en el lago. (Lugar al que me gustaba muchísimo ir los días de verano para leer y escribir)

-Mina, he de explicarte algunas cosas. Quiero que no te asustes y que me escuches con atención todo lo que te diga.
-Adelante, estoy confusa, lo único que se es que mis padres me van a castigar severamente por llegar tan tarde a casa, ¿Qué hora es? No me van a dejar verte más, y he de decirte que el jueguecito de la tierra no me ha gustado mucho.
-No lo entiendes mi amor, hoy es otro día, fue ayer cuando nos besamos bajo en puente.
-¿Cómo que ayer? ¿Llevo un día sin aparecer por mi casa?
-Así es, quiero que no te preocupes por detalles tan mínimos, eso ya no es relevante para ti, ya no tendrás que pensar nunca más en dar explicaciones a tu familia, quiero que entiendas que yo soy tu familia ahora. Quiero que me mires como tu esposo, para que entiendas el vinculo tan sagrado que hay entre nosotros, deberás obedecerme, bueno a decir verdad, durante tus primeros años no tendrás otra opción, yo soy tu creador y todas las ordenes que te de, las obedecerás. Somos seres distintos, somos magia.
-William ¿de que estas hablando?
-Presta atención Mina. ¿Te sientes el pulso?
-No.
-¿Escuchas los latidos de tu corazón?
-No.
-¿Sientes frió?
-No. No entiendo…
-No estas viva Mina, anoche te moriste. Y hoy has regresado a la vida como una no-muerta.
-¿Una no-muerta?, (me reí frenéticamente)
-No rías Mina, te estoy diciendo la verdad.
-¿Cómo voy a estar NO-MUERTA?
-Somos seres especiales, con poderes especiales, somos fuertes, muchísimo más fuerte que los humanos, nuestra piel es de piedra, impenetrable, estamos vivos, gracias a la magia, somos seres mágicos. Los de nuestra especie tienen muchas capacidades, cada uno tiene un don único, y especial que les diferencia del resto.
-Soy un ser mágico, pero estoy muerta y camino. No entiendo nada.
-Habrás oído historias de los no-muertos, entre los seres humanos somos una leyenda, nos llaman… Vampiros.-¿Vampiros? Esos seres de Rumania que asesinan a personas y ¿se beben su sangre?
-Ese es un tema delicado, Mina. Ahora te lo explico.
-Vampiros, vampiros (le dije gritando)
-No grites, te dije que no te asustaras.
-¿Qué no me asuste, me dices?
-Escucha Mina, te estado siguiendo desde hace meses, me enamore de ti en cuanto te vi, quería comprobar si la tristeza que llevabas en ti era una tontería o de verdad eras un ser melancólico que ansiaba más de la vida. Te vi llorar todas las noches seguidas de un mes. No entendía porque un ser tan bello sufría tanto, escuche tus conversaciones con Liana, le confesabas que no querías vivir siendo una mujer en esta época y que tus palabras no se tuvieran en cuenta, solo por el hecho de ser mujer, era lo que más odiabas en el mundo.
Me moría por tenerte a mi lado y cobijarte bajo mis brazos, deseaba compartir lo más preciado que tengo contigo, y hacerte ver que el hecho de ser mujer es una virtud. Demostrarte que eso cambiara en el futuro, estoy seguro por completo. LA mujer alcanzara la igualdad ante el hombre.
Te observaba leer durante horas, reír o llorar con los libros. Vi un ser supremo en ti. Y quise tenerte para mí. Pienso que mi amor es correspondido, ¿no?Mientras William me hablaba supe que estaba completamente enamorada de él. Cada palabra que decía era música para mis oídos, su voz era aterciopelada y muy armoniosa, miraba su perfecta cara y solo ansiaba besarlo. Recorría todo su cuerpo con mi mirada y desea tenerlo entre mis brazos.

-Mina, ¿estas bien?
-Si William, estoy bien, sólo que me duele el estómago. Tengo hambre.
-Mina has escuchado lo que te he dicho, ¿Qué piensas?
-Que según tu soy una vampiresa y estas enamorado de mí. Que has compartido conmigo lo más preciado que tienes, pero yo no veo que sea lo más preciado, más bien es una maldición que me has contagiado.
-No digas eso Mina, no es así. Yo quiero compartir la eternidad contigo, y verte feliz.
-Quieres verme feliz, (reí), y ¿como quieres verme William?, Tendré para siempre diecinueve años, no seré madre nunca. Y además cualquier loco, que se crea en poder del bien, nos puede matar clavándonos una estaca en el corazón.

William empezó a reírse y su sonrisa me contagio.

-Mina dónde has leído lo de la estaca, eso no es así, bueno, no del todo. Matarnos es muy complicado y difícil. Por eso no te tienes que preocupar, los vampiros son seres parecidos a los humanos, sólo que somos algo más siniestros, representamos los instintos o impulsos humanos ocultos más primitivos, mostramos nuestra faceta instintiva animal, somos la representación del lado salvaje del hombre. Somos seres inmortales. Como ya dije antes esto es gracia a la magia, no tenemos sistema circulatorio, pero pensamos, comemos y vivimos. Tenemos mejor imagen que cuando estábamos vivos, somos más atractivos, todo lo que emitimos, nuestra voz, nuestro olor, nuestra belleza, nos facilita la vida, hace que los humanos no nos teman y sientan atracción por nosotros, cualidades que nos hacen ser el mejor depredador del mundo.-¿Soy más bella?
-Aunque parece imposible, si lo eres. Cuando te mires, descubrirás que tu belleza se ha multiplicado por mil.
-¿Pero podré ver mi imagen reflejada en un espejo?

William rió de nuevo y comprendí que la respuesta era sí, las leyendas de los vampiros que había escuchado y leído, hasta ahora de poco me estaban sirviendo.

-Lo único malo que tiene ser como somos, es que nos tenemos que alimentar.
-¿Tenemos que beber sangre?, ¿o también es un mito?

Deseaba que me contestase que también era un mito, que no teníamos que matar, ni beber sangre de otras personas, me parecía tan asqueroso. Pero en el fondo me temía que la respuesta fuese que si, que teníamos que matar a personas y beber sangre para permanecer con vida.

-Eso no es un mito, no tenemos porque matar a nadie, sólo alimentarnos de ellos. La sangre no lo es todo, es lo que existe en ella, el fluido vital, la energía que hay en ella.
Contamos con una fuerza psíquica superior a la raza humana y somos capaces de dominar la mente de los humanos para que nos dejen alimentarnos y luego que no nos recuerden. Así ellos no sufren y nosotros vivimos.

-Bueno, al fin y al cabo, no es tan malo, como lo que esperaba.
-¿Y que esperabas?
-Asesinatos, derramamientos de sangre de vírgenes y niños,…
-He de confesarte que yo si he hecho todas esas cosas que me estas contando.
-¿Cuantos años tienes William?-Veintitrés.
-¿Desde cuando tienes veintitrés?
-Desde 1703.
-¿Tienes doscientos años?
-Para ser exactos tengo doscientos uno. Y en mi longeva vida he hecho muchas cosas de las que me arrepiento, al principio no había tanta bondad en mi, como por ejemplo la que existe en ti. Me la ha dado la experiencia.
-Eres prehistórico. ¡Tienes doscientos años!
-Eres divertida Mina, he elegido sabiamente a mi compañera.
Pero atenta, no todos los no-muertos son como yo, existen seres que son crueles por naturaleza que nunca se han redimido. Y que no son como yo te estoy contando, son casi animales con aspecto humano, son asesinos y actúan bajo los instintos básicos de supervivencia, solo viven para divertirse, o mejor dicho lo que ellos piensa que es divertido y alimentarse de la manera más despiadada posible.

miércoles, 6 de enero de 2010

La Historia de Mina

Nací el 8 de diciembre de 1885 en España, período en el que el país se encontraba en fase de crecimiento. El monarca que nos gobernaba era Alfonso XIII, rey al que mi padre seguía con ferviente devoción. Mi familia era inmensa era la hija más pequeña de 9 hermanos, vivíamos en un caserío situado a las afueras de una gran capital. Mi primer nombre fue Mina que significaba pequeña.

Ese año mi familia natal estaba contenta porque se inventó la vacuna contra el cólera, enfermedad que padecían, según mi madre sólo los pobres, no la familia acomodada a la que pertenecíamos. Que equivocada estaba! Sin embargo, yo estaba más contenta porque se invento la coca-cola! Una bebida muy oscura que se envasaba en un tarro liso de cristal, se tapaba con un corcho y al destaparla hacia un ruido muy extraño, según mi familia había que beberla porque era una bebida muy lujosa importada desde el extranjero. En fin a mi me gustaba por el sabor que tenia y la reacción que producía, horas y horas de juego y diversión.

En el invierno de 1901, a mis 16 años se celebro una fiesta en mi honor, mis padres me dijeron que era para que los hijos de los nobles me conociesen y que yo debía elegir al más rico y poderoso, un tal Fernando Maura. Espere conocerlo para tomar una decisión, pero,… cuando ese chico me fue presentado,…. solo tenia ganas de huir, no solo por su físico sino porque las pocas palabras que le escuche pronunciar denotaban una prepotencia, una soberbia y una falta de humildad tan grandes que por poco vomito en sus zapatos.

Mis padres se enfadaron conmigo por no haberle prestado atención a Fernandito, y me lo tuvieron en cuenta hasta el día de mi marcha. A partir de ese momento decidí que los chicos no eran para mí y que seguro que habría cosas en la vida mucho más interesantes que casarse, ser señora de y tener hijos.

Era En las frías noches me quedaba en la ventana mirando la Luna, soñando despierta aventuras salvajes, llenas de fantasías que me imaginaba donde una mujer era la aventurera y la heroína de la historia. En mi familia me miraban como un bicho raro, yo no entendía porque, me decían que las mujeres no debían estudiar ni leer tanto, me pasaba hora y horas en la biblioteca familiar leyendo y hacia oídos sordos a mis padres.
Así transcurrieron varios años, la única compañía que me satisfacía era la de Liana, mi criada, aunque yo la consideraba mi fiel amiga. Era una chica con orígenes africanos, de El Imperio Árabe, era muy delgada y bella, tenía un gran sentido del humor y siempre me contaba historias interesantes de su cultura. Liana me confeso que descendía de una familia de brujas, según ella por su sangre corría la magia. Hecho que más tarde me demostró.

En 1904 cuando tenia 19 años decidí asistir a un baile social (obligada, claro esta por mi madre), aquel día me vestí con ropa que dolía mucho, era un corsé muy pero que muy apretado que me dejaba casi sin respiración y una gran falda pomposa de color blanco hueso. Transcurrida la noche y después de agasajar a mi madre conociendo a gente sin argumento y sosa, decidí salir al jardín de la mansión a tomar aire; entonces fue cuando lo vi.

Era el hombre más apuesto, galán y bello de todo el mundo que había conocido hasta ahora, me dije a mi misma que su tez de piel tan pálida, solo podía ser de pasar mucho tiempo entre libros. Me equivocaba.

Me miro. Sonreí y gire el cuerpo para no ser descarada, fue una reacción de coqueteo instantánea, no me esperaba saber ningún truco a la hora de llamar la atención de los hombres. Por el rabillo del ojo observe que se dirija hacia mi, me empezaban a temblar las piernas. Cuando me alcanzo su perfume me embriago hasta tal punto que pensé abalanzarme sobre él y devorarlo, me avergoncé tan solo por imaginarme la escena, eso hizo que me ruborizara, gesto que a él le pareció atractivo. Me miraba como si fuera comestible.
-Buenas noches hermosa dama.
-Buenas noches caballero.
-¿Qué tal la fiesta le resulta entretenida? O me atrevo a apresurar que le parece igual que a mí, un montón de gente inepta discutiendo sobre temas que se creen conocen saber.
Le hubiera contestado con una respuesta lógica y una frase inteligente si no hubiera estado tan nerviosa como estaba.
-Pues más bien la segunda opción.
-¿Seria tan amable la dama de revelarme su nombre?
-Mi nombre es Mina.
-Todo un placer Mina, yo soy William Morryson III
¡Lo que me faltaba, mi madre estaría encantada, cuando se lo contase, era de la realeza o algo así!
-Encantada de conocerle Sr. Morryson
-No por favor, llámeme William. Y dígame ¿se atreve con un poco de diversión esta noche o se retira temprano?
No podía negarle nada a aquel caballero tan cortés provocador y enigmático
-Por supuesto, espero no ser atrevida pero ansío un poco de entretenimiento esta noche.
-Pues pongámonos en marcha pues.

Caminando por las oscuras calles de la ciudad pude observar que William no tenia un solo defecto, era alto, moreno, estaba fuerte, tenia unos ojos enormes y de color verde intenso, nunca había visto ese tono de verde en ninguna persona. Además descubrí que hasta sus pasos eran inmejorables, caminaba recto, erguido, y era muy elegante, hasta me pareció que planeaba sobre el suelo en vez de andar.
Entramos en una casa que parecía vacía desde fuera, pero dentro se escuchaba un gran alboroto era una especie de cantina escondida al público. Había gente de todas clases, tipos altos fuertes como William y señores bajos normales. Las damas se dividían en tres sectores: las increíblemente esculturales, las majestuosas, y las simplemente preciosas. Sabia que no encajaba en ningún grupo de las chicas,… empecé a preocuparme. William me invito a un par de cervezas. La primera me mareo bastante pero la segunda hacia que mi lengua al hablar se trabase. Él se reía con mis comentarios perspicaces sobre la sociedad y el arte de la época, y también daba su opinión sobre ello, coincidíamos en muchas cosas. Empecé a pensar que mis hermanas y sobre todo Liana llevaban razón en eso de que conocería a un hombre que me gustase.

Cuando recordé a Liana pensé que debía regresar a casa, mis padres ya me habrían echado en falta.
-William, creo que es la hora de que me retire.
-Por supuesto Mina, ¿me permitirás que te acompañe, verdad?
-Pues claro.

En el camino me tomo de la mano, la tenía desmedidamente fría, me hizo tiritar. Pero yo no se la rechace. De nuevo por las oscuras calles paseando, atravesamos un puente por debajo y en mitad del túnel, William se paro.
-¿Sabes Mina?, puede que me arrepienta pero, por ahora te considero la… mujer más idónea para el puesto de compañera. Tengo que confesarte que esta noche me enamore de ti al verte recorrer el vestíbulo de la mansión. Pero debía conocerte para saber si solo eran ilusiones, para nada me has defraudado, eres muy inteligente y perspicaz y ese toque de inocencia te hace ser irresistible.
Sentí que me daba un vuelco el corazón. Y deseaba decirle que lo amaba, pero me parecía demasiado precipitado. Él siguió con su discurso.
-Mina, ¿te gustaría vivir para siempre?
-No lo sé.
-Te voy a dar dos opciones, asegúrate de elegir la que creas conveniente y considérate privilegiada por que te de a elegir, mi creador no tubo esa delicadeza.
Primera opción: Seguir con tu vida monocorde y aburrida, casarte con cualquier hombre insulso y criar a tus vástagos en la época que transcurre.
Segunda opción: Vivir para siempre, no morir jamás, tener poder, fuerza, rebelarte contar la sociedad, reclamando tus derechos, descubrir en que se convertirá el mundo y pasar la eternidad a mi lado amándonos sin cesar.
-Bueno, no lo se William, ¿no crees que es muy precipitado e irrespetuoso que me hagas elegir?
-No, solo elige la una o la dos.
Todos mis instintos me decían que corriese que lo que iba a suceder a continuación no me iba a gustar, pero no podía parar de mirar ese rostro, el rostro más bello del mundo. Deseaba decir que si quería amarle hasta la muerte, pero William me empezaba a infundir mucho miedo. Borre mi mente y decidí levante la mano con la respuesta.
V de victoria, es decir opción dos.
-No te arrepentirás, te lo aseguro.
Sonrío y se acerco a mi. Coloco su cara muy cerca de la mía, notaba su aliento en mis labios, me agarro bruscamente de los brazos, pero sin llegar hacerme daño y me beso.
Fue un beso perfecto, no quería que terminase nunca, mientras lo besaba acaricie su torso que me dio la sensación de ser de piedra en lugar de piel. Paro de besarme en la boca y se deslizo hacia abajo, me dio un beso cálido y casto en el cuello.
Transcurrieron unos segundos sin que pasara nada, y me extrañe, cuando me disponía a retirarme hacia atrás un poco, me agarro con más fuerza y me mordió en el cuello.

El mordisco me dolía mucho, intentaba zafarme de él, pero me tenía muy sujeta a su cuerpo, me pareció escuchar que estaba succionándome, bebiéndome viva, me dolía tantísimo el cuello que sentía que en breve me iba a desmallar, me faltaba aire y la herida que me estaba haciendo empezaba a arder, me quemaba todo el cuello y me sentía cada vez más débil, no podía luchar contra el, o tenia fuerzas. Cuando estaba a punto de desmayarme ceso de morderme. Se aparto un poco de mi, sin soltarme y se rajo la muñeca con sus propios dientes, me acerco su mano a mi cara y me puso su herida abierta frente a mi boca, no se porque fue irreprimible mi reacción.

Comencé a beberme su sangre, me sabia dulce, y me gustaba la textura que el liquido tenía, era sabroso, espeso sin llegar a empalagar y estaba muy rico.

Después de ese pensamiento no recuerdo nada más. Según William me morí. Y comencé mi proceso de volver a nacer.