
-William, tengo hambre, mucha hambre.
Comencé a llorar. Y William se abrazó a mí. Su abrazo me transmitió serenidad, y consuelo, era como si su cuerpo formase parte de mi, éramos dos seres, pero me sentía como si fuésemos uno sólo. Un todo, este momento era mi todo. Era el momento más feliz de mi vida, abrazarle significaba que era mío, que me partencia, que estaría conmigo para siempre, y que esa sensación permanecería con nosotros. Captaba sus sentimientos, el me amaba, tenia miedo por esta noche, sentía mucho placer al tocarme.
-Mina, es hora de que te alimentes y de que te vistas de una forma apropiada a tu estatus.

Nos pusimos en marcha, andamos en dirección a la ciudad.
Observamos a una muchedumbre jalear y festear algún acontecimiento. William me explico que era muy importante contemplar la situación antes de atacar, teníamos que evaluar la zona, nos encontrábamos en los límites de la ciudad, estábamos detrás de un puente que separaba el bosque de la ciudad.
Había una pareja de jóvenes que se separó de la multitud para darse arrumacos y besarse. William me dijo que ella seria mi primera comida. Él se encargaría del chico, yo solo tenía que hablar con la chica e intentar dominarla mentalmente para que ella me dejase morderla. Nos pusimos a ello.
En un segundo vi como William separaba a la pareja y golpeaba al chico para dejarlo inconciente. Ella nos miraba con miedo. Y dijo que no llevaba dinero ni joyas.
-Ahora háblale, dile que no hay porque preocuparse que confié en ti, que no tema.
Me sentía ridícula diciéndole esas frases a la muchacha, no la conocía de nada.
-¿Cómo te llamas?
-Maria.
-Maria no te preocupes, no pasa nada.
Sentí mi mente ejerciendo un control sobre ella, podía dirigir sus pensamientos, estaba dentro de su mente, podía hacerla andar, agacharse, podía hacerla decir lo que yo pensaba sin necesidad de darle una orden, sólo con mi mente. Era fantástico, ese poder me embriagaba. Le ordene que se quedara quieta, que solo tenia que respirar. Así lo hizo, y me acerque a ella. Mire a William.
-Ves Mina, es muy fácil. Ahora debes morderla, rompe un poco su piel y succiona su sangre.
Con la chica en mis brazos mire su cuello, su arteria carótida golpeaba el flujo de su sangre contra la piel, y podía ver como la vena se hinchaba. Una fuerza oscura se apodero de mi, codiciaba su sangre como lo mas sagrado de este mundo, de repente en mi boca mis dientes comenzaron a moverse, mis colmillos crecían los note con la lengua, eran desmedidamente grandes, y afilados.
-Mina para.
Escuchaba a William pero mis instintos me decían que continuase.
-Mina, ¡Te ordeno que pares!
Y de repente pare, sin saber porque.
-Mi dulce Mina eres muy joven e inexperta. Con lo que has bebido debes estar saciada por lo menos una semana. Ahora miara a la chica, introdúcete de nuevo en su cabeza y borra sus recuerdos de esta noche. Bórrale la memoria para que no nos recuerde.
Volví a mirar a la chica, estaba en su cabeza pude ver sus recuerdos de una forma transparente y solo tuve que quitarle un pedacito de memoria, puse en su lugar el ataque de un lobo que se había escapado del bosque.
-Muy bien, ¿Qué le has puesto en su lugar?
-Un lobo atacándolos.
-Excelente Mina. Ahora marchémonos. Tenemos que conseguirte ropa.
Paseamos por la ciudad, cogidos de la mano, yo estaba manchada de tierra y sangre, gracias a

-William quiero este.
-Pues cógelo mi bella dama.
Lo cogí, y lo acaricié.
-Marchémonos, hay una posada al final de la calle donde me estoy hospedando.
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