miércoles, 6 de enero de 2010

La Historia de Mina

Nací el 8 de diciembre de 1885 en España, período en el que el país se encontraba en fase de crecimiento. El monarca que nos gobernaba era Alfonso XIII, rey al que mi padre seguía con ferviente devoción. Mi familia era inmensa era la hija más pequeña de 9 hermanos, vivíamos en un caserío situado a las afueras de una gran capital. Mi primer nombre fue Mina que significaba pequeña.

Ese año mi familia natal estaba contenta porque se inventó la vacuna contra el cólera, enfermedad que padecían, según mi madre sólo los pobres, no la familia acomodada a la que pertenecíamos. Que equivocada estaba! Sin embargo, yo estaba más contenta porque se invento la coca-cola! Una bebida muy oscura que se envasaba en un tarro liso de cristal, se tapaba con un corcho y al destaparla hacia un ruido muy extraño, según mi familia había que beberla porque era una bebida muy lujosa importada desde el extranjero. En fin a mi me gustaba por el sabor que tenia y la reacción que producía, horas y horas de juego y diversión.

En el invierno de 1901, a mis 16 años se celebro una fiesta en mi honor, mis padres me dijeron que era para que los hijos de los nobles me conociesen y que yo debía elegir al más rico y poderoso, un tal Fernando Maura. Espere conocerlo para tomar una decisión, pero,… cuando ese chico me fue presentado,…. solo tenia ganas de huir, no solo por su físico sino porque las pocas palabras que le escuche pronunciar denotaban una prepotencia, una soberbia y una falta de humildad tan grandes que por poco vomito en sus zapatos.

Mis padres se enfadaron conmigo por no haberle prestado atención a Fernandito, y me lo tuvieron en cuenta hasta el día de mi marcha. A partir de ese momento decidí que los chicos no eran para mí y que seguro que habría cosas en la vida mucho más interesantes que casarse, ser señora de y tener hijos.

Era En las frías noches me quedaba en la ventana mirando la Luna, soñando despierta aventuras salvajes, llenas de fantasías que me imaginaba donde una mujer era la aventurera y la heroína de la historia. En mi familia me miraban como un bicho raro, yo no entendía porque, me decían que las mujeres no debían estudiar ni leer tanto, me pasaba hora y horas en la biblioteca familiar leyendo y hacia oídos sordos a mis padres.
Así transcurrieron varios años, la única compañía que me satisfacía era la de Liana, mi criada, aunque yo la consideraba mi fiel amiga. Era una chica con orígenes africanos, de El Imperio Árabe, era muy delgada y bella, tenía un gran sentido del humor y siempre me contaba historias interesantes de su cultura. Liana me confeso que descendía de una familia de brujas, según ella por su sangre corría la magia. Hecho que más tarde me demostró.

En 1904 cuando tenia 19 años decidí asistir a un baile social (obligada, claro esta por mi madre), aquel día me vestí con ropa que dolía mucho, era un corsé muy pero que muy apretado que me dejaba casi sin respiración y una gran falda pomposa de color blanco hueso. Transcurrida la noche y después de agasajar a mi madre conociendo a gente sin argumento y sosa, decidí salir al jardín de la mansión a tomar aire; entonces fue cuando lo vi.

Era el hombre más apuesto, galán y bello de todo el mundo que había conocido hasta ahora, me dije a mi misma que su tez de piel tan pálida, solo podía ser de pasar mucho tiempo entre libros. Me equivocaba.

Me miro. Sonreí y gire el cuerpo para no ser descarada, fue una reacción de coqueteo instantánea, no me esperaba saber ningún truco a la hora de llamar la atención de los hombres. Por el rabillo del ojo observe que se dirija hacia mi, me empezaban a temblar las piernas. Cuando me alcanzo su perfume me embriago hasta tal punto que pensé abalanzarme sobre él y devorarlo, me avergoncé tan solo por imaginarme la escena, eso hizo que me ruborizara, gesto que a él le pareció atractivo. Me miraba como si fuera comestible.
-Buenas noches hermosa dama.
-Buenas noches caballero.
-¿Qué tal la fiesta le resulta entretenida? O me atrevo a apresurar que le parece igual que a mí, un montón de gente inepta discutiendo sobre temas que se creen conocen saber.
Le hubiera contestado con una respuesta lógica y una frase inteligente si no hubiera estado tan nerviosa como estaba.
-Pues más bien la segunda opción.
-¿Seria tan amable la dama de revelarme su nombre?
-Mi nombre es Mina.
-Todo un placer Mina, yo soy William Morryson III
¡Lo que me faltaba, mi madre estaría encantada, cuando se lo contase, era de la realeza o algo así!
-Encantada de conocerle Sr. Morryson
-No por favor, llámeme William. Y dígame ¿se atreve con un poco de diversión esta noche o se retira temprano?
No podía negarle nada a aquel caballero tan cortés provocador y enigmático
-Por supuesto, espero no ser atrevida pero ansío un poco de entretenimiento esta noche.
-Pues pongámonos en marcha pues.

Caminando por las oscuras calles de la ciudad pude observar que William no tenia un solo defecto, era alto, moreno, estaba fuerte, tenia unos ojos enormes y de color verde intenso, nunca había visto ese tono de verde en ninguna persona. Además descubrí que hasta sus pasos eran inmejorables, caminaba recto, erguido, y era muy elegante, hasta me pareció que planeaba sobre el suelo en vez de andar.
Entramos en una casa que parecía vacía desde fuera, pero dentro se escuchaba un gran alboroto era una especie de cantina escondida al público. Había gente de todas clases, tipos altos fuertes como William y señores bajos normales. Las damas se dividían en tres sectores: las increíblemente esculturales, las majestuosas, y las simplemente preciosas. Sabia que no encajaba en ningún grupo de las chicas,… empecé a preocuparme. William me invito a un par de cervezas. La primera me mareo bastante pero la segunda hacia que mi lengua al hablar se trabase. Él se reía con mis comentarios perspicaces sobre la sociedad y el arte de la época, y también daba su opinión sobre ello, coincidíamos en muchas cosas. Empecé a pensar que mis hermanas y sobre todo Liana llevaban razón en eso de que conocería a un hombre que me gustase.

Cuando recordé a Liana pensé que debía regresar a casa, mis padres ya me habrían echado en falta.
-William, creo que es la hora de que me retire.
-Por supuesto Mina, ¿me permitirás que te acompañe, verdad?
-Pues claro.

En el camino me tomo de la mano, la tenía desmedidamente fría, me hizo tiritar. Pero yo no se la rechace. De nuevo por las oscuras calles paseando, atravesamos un puente por debajo y en mitad del túnel, William se paro.
-¿Sabes Mina?, puede que me arrepienta pero, por ahora te considero la… mujer más idónea para el puesto de compañera. Tengo que confesarte que esta noche me enamore de ti al verte recorrer el vestíbulo de la mansión. Pero debía conocerte para saber si solo eran ilusiones, para nada me has defraudado, eres muy inteligente y perspicaz y ese toque de inocencia te hace ser irresistible.
Sentí que me daba un vuelco el corazón. Y deseaba decirle que lo amaba, pero me parecía demasiado precipitado. Él siguió con su discurso.
-Mina, ¿te gustaría vivir para siempre?
-No lo sé.
-Te voy a dar dos opciones, asegúrate de elegir la que creas conveniente y considérate privilegiada por que te de a elegir, mi creador no tubo esa delicadeza.
Primera opción: Seguir con tu vida monocorde y aburrida, casarte con cualquier hombre insulso y criar a tus vástagos en la época que transcurre.
Segunda opción: Vivir para siempre, no morir jamás, tener poder, fuerza, rebelarte contar la sociedad, reclamando tus derechos, descubrir en que se convertirá el mundo y pasar la eternidad a mi lado amándonos sin cesar.
-Bueno, no lo se William, ¿no crees que es muy precipitado e irrespetuoso que me hagas elegir?
-No, solo elige la una o la dos.
Todos mis instintos me decían que corriese que lo que iba a suceder a continuación no me iba a gustar, pero no podía parar de mirar ese rostro, el rostro más bello del mundo. Deseaba decir que si quería amarle hasta la muerte, pero William me empezaba a infundir mucho miedo. Borre mi mente y decidí levante la mano con la respuesta.
V de victoria, es decir opción dos.
-No te arrepentirás, te lo aseguro.
Sonrío y se acerco a mi. Coloco su cara muy cerca de la mía, notaba su aliento en mis labios, me agarro bruscamente de los brazos, pero sin llegar hacerme daño y me beso.
Fue un beso perfecto, no quería que terminase nunca, mientras lo besaba acaricie su torso que me dio la sensación de ser de piedra en lugar de piel. Paro de besarme en la boca y se deslizo hacia abajo, me dio un beso cálido y casto en el cuello.
Transcurrieron unos segundos sin que pasara nada, y me extrañe, cuando me disponía a retirarme hacia atrás un poco, me agarro con más fuerza y me mordió en el cuello.

El mordisco me dolía mucho, intentaba zafarme de él, pero me tenía muy sujeta a su cuerpo, me pareció escuchar que estaba succionándome, bebiéndome viva, me dolía tantísimo el cuello que sentía que en breve me iba a desmallar, me faltaba aire y la herida que me estaba haciendo empezaba a arder, me quemaba todo el cuello y me sentía cada vez más débil, no podía luchar contra el, o tenia fuerzas. Cuando estaba a punto de desmayarme ceso de morderme. Se aparto un poco de mi, sin soltarme y se rajo la muñeca con sus propios dientes, me acerco su mano a mi cara y me puso su herida abierta frente a mi boca, no se porque fue irreprimible mi reacción.

Comencé a beberme su sangre, me sabia dulce, y me gustaba la textura que el liquido tenía, era sabroso, espeso sin llegar a empalagar y estaba muy rico.

Después de ese pensamiento no recuerdo nada más. Según William me morí. Y comencé mi proceso de volver a nacer.

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